Por un paisaje fúnebre, una brisa tenebrosa,
Caminaba y agachaba la mirada
Cuando alguien lo observaba.
Una familia perdida que quiso no conocerlo
Una vida de naufragios sentimentales y desaliento.
Su líquido el alcohol, su sustancia la coca,
Su medicación el castigo, su esperanza rota.
De pequeño soñaba con que todo cambiaría
De mayor acechaba a la muerte con ironía.
Aturdido, sin sentir más que el vacío
Pues se contempla como un desecho desterrado
Cuyo don es destruirse.
Ni un amigo tuvo para apoyarse
Ni una mano que lo ayudara a levantarse
De esa soledad constante, de ese mundo vengativo
Que construyó para saciarse de todo aquel que lo había hundido.
En vino blanco sumergido, delimitado por rayas blancas,
Ellas marcan su destino.
EL nacer fue su castigo, pues solo siente al viento conocido
Sin más amor que el suyo, sin más compañía que su sombra
Con un odio incalculable, inmerso en una pena transitoria…
Lo llaman el vagabundo, ese señor que camina sin nadie,
Cuya musa es la oscuridad y con un único sueño;
NO DESPERTARSE
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